Otros horizontes en la Ingeniería 

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19 octubre 2001 (Libro blanco de la Ingeniería Industrial)



La ingeniería ha sido mi vocación desde que tengo uso de razón. Y eso que carezco de antecedentes familiares. Pero la ingeniería siempre la he entendido mas en el sentido, más amplio, de uso del “ingenio” para crear soluciones y resolver problemas que en el, más estricto, de crear y utilizar "ingenios" o máquinas.


En estae contexto he desarrollado mi profesión y, por lo tanto, la formación recibida a lo largo de la carrera me ha sido más provechosa en cuanto a su capacidad de estructuración de problemas, para darles una solución, que en las  propias  técnicas implicadas en la solución que, como es lógico, en un mundo tan cambiante no me han servido prácticamente ninguna.


De mi paso por la ETSIIB recuerdo especialmente a dos profesores que causaron impacto en el desarrollo de lo que sería mi futura profesión. Uno en la asignatura de Termodinámica que, a través de sus exámenes, donde en los problemas siempre faltaban unos datos y sobraban muchos más, me hizo ver que la realidad de la profesión era así de cruda. El mundo real no se iba a parecer nunca a un problema académico donde los datos son los justos y necesarios par obtener los resultados apetecibles. Más bien al contrario, primero tienes que identificar muy bien lo que se pretende resolver, lo que muchas veces no es evidente, y luego seleccionar los datos, si los hay, que puedan ayudar en lo que se pretende.


Y otro, en Tecnología Nuclear, que no me aceptó como becario en su   laboratorio porque, a pesar de haber quedado finalista en la selección, no sabía nada del lenguaje FORTRAN del computador que se acababa de adquirir en dicho laboratorio. Hecho que me lanzó a la frenética búsqueda y a la investigación de qué era aquello de los computadores y de los lenguajes de programación. De esta investigación surgió precisamente mi interés por las Tecnologías de la Información.


El sector de las Tecnologías de la Información en esa época no tenía ni siquiera unos estudios reglados, así que se nutría preferentemente con universitarios y, en gran medida, con ingenieros industriales y de telecomunicación.


En seguida comprendí que la potencialidad de las Tecnologías de la Información iba más allá que la pura "trituración de datos", bien aprovechando su potencia de cálculo o bien aprovechando su capacidad de almacenar y mover datos.


Así que me focalicé especialmente  a su aplicación en la mejora de la organización, gestión y  control de los procesos de negocio. Me dediqué, entre otras cosas a la Organización  de  la Producción, que fue precisamente el tema de mi tesis doctoral, y más tarde fui profesor de esta asignatura en la ETSIIB.


Luego, como consultor en ejercicio libre de la profesión, dirigí mi atención a la promoción de la descentralización organizativa en las empresas, basada en el uso de los microordenadores y más tarde de los PC's.  Y de nuevo en la empresa, como Director de Informática, me dediqué a la aplicación de los conceptos de gestión de la producción a la industrialización del propio proceso de desarrollo de Sistemas Informáticos y de su explotación en los  ordenadores, y pasé a ser profesor de estos temas en la Facultad de Informática de la UPC.


También a los ingenieros nos gusta trabajar en Proyectos, con principio y fin, y pocos son tan exigentes como el organizar los Juegos Olímpicos de Barcelona'92, donde tuve la oportunidad de participar como Director General.


En la actualidad soy Director General en INDRA, que es una empresa de Tecnologías de la Información donde se desarrollan,  además de exigentes sistemas y servicios informáticos, sistemas para el control de tráfico aéreo, o para el control de acceso y ticketing para ferrocarriles, o para el peaje de autopistas. Todos estos sistemas con un fuerte contenido de ingeniería, además de informática y de comunicación. Lo mismo sucede en los simuladores de aviones, de trenes o de grúas de puerto donde, además de los conocimientos en la computación, es fundamental un conocimiento profundo de la mecánica y la  dinámica, tanto de los sistemas simulados, como de los  propios simuladores.


Las Tecnologías de la Información son, por otra parte, un campo en permanente cambio  desde su aparición  donde se cumple la ley que dice que la potencia de cálculo se duplica cada 18 meses  ¡¡y esta ley se está cumpliendo  desde hace más de treinta años!!


Esto hace que  no sólo las tecnologías utilizadas, sino también su campo de aplicación haya variado  enormemente  a lo largo de mi vida profesional. En la década de los 60' y los 70', la informática se circunscribía exclusivamente a las grandes empresas y organizaciones que tenían que enfrentarse con grandes volúmenes de datos. Y en el campo industrial, al control de procesos productivos, donde fue sustituyendo paulatinamente los equipos electromecánicos, consiguiendo un comportamiento del sistema global mucho más flexible gracias a la adaptabilidad que permita la programación de los computadores instalados.


El aumento de potencia, antes mencionado, y la miniaturización de los componentes electrónicos, con su correspondiente reducción de precio, produjo en la década de los 80' la aparición de los ordenadores personales que acabaron revolucionando totalmente la industria del sector y a las empresas utilizadoras de Tecnologías de la Información.


Por una parte su bajo coste permitió introducir las Tecnologías de la Información en las pequeñas empresas y, por otra, en los hogares. Se revolucionó el trabajo de oficina, y la forma de desarrollar el ocio en los hogares. Los microprocesadores, y sus programas asociados, se difundieron también en todos los elementos de control industrial y, en un proceso no terminado aún, a gran parte de los productos de nuestra sociedad industrial: los automóviles, los teléfonos móviles, los aparatos de radio y TV, etc.


El siguiente cambio fundamental, en esta evolución, vino de la mano de las telecomunicaciones, en los 90'. La interconexión de los ordenadores mediante Internet abrió una nueva dimensión en el uso de las Tecnologías de la Información, que permite una visión diferente, no sólo en la forma de estructurar el trabajo en la empresa, sino también en la capacidad de los consumidores para relacionarse con sus suministradores y los ciudadanos con la Administración. Tan diferente que incluso está cambiando la forma de realizar negocios, de divertirse, de informarse, de comprar y recibir servicios.


En el sector de las Tecnologías de la Información, difícilmente hemos podido prever lo que pasaría más allá de dos o tres años, por lo que es muy difícil vaticinar el nuevo salto tecnológico de la década actual, pero quizás se pueda adelantar que vendrá de la unión de Internet con el teléfono móvil y de la convergencia de ambos con el sector audiovisual. Un mundo muy diferente al nuestro como lo es la oficina actual de la que existía, tan sólo, diez años atrás. ¡¡Mis hijos sólo han visto las máquinas de escribir en las películas!!


La ingeniería siempre ha estado ligada a la búsqueda de la eficiencia y la eficacia, es decir, a la mejora permanente de la productividad en los procesos y de la calidad en los productos. Esto implica un conocimiento profundo de dichos procesos y productos, pero ¿qué pasa cuando estos procesos y productos cambian continuamente? En muchos casos la vida media (por obsolescencia) de los mismos es inferior al tiempo de aprendizaje necesario para su dominio. ¿Qué ingeniería es la que debe aplicarse en un entorno tan incierto e impreciso?


En definitiva, y a la vista de mi experiencia profesional, me pregunto: ¿qué formación se debe dar en el siglo XXI para esta nueva ingeniería? Una ingeniería donde el caos es el entorno, la creatividad el norte y el cálculo (y la aplicación de métodos rutinarios) estará relegado a las máquinas.



© Josep Vila 2020