Por el bien del pueblo y de la patria que lo parió
Los referéndums y plebiscitos generan división y rompen la convivencia. Como se ha podido comprobar en Reino Unido con el Brexit, o en Cataluña donde, con sólo intentarlo, la sociedad se ha dividido en dos.
Las elecciones fracturan la sociedad. Como se ha visto en Andalucía donde la población se ha fraccionado en cinco, siguiendo las proclamas de los correspondientes partidos.
La democracia, mal entendida, no es buena para el pueblo. Las decisiones no las debe tomar el pueblo sino un líder (antes llamado “caudillo”). Sólo él, y sus asesores, tienen la capacidad de escoger lo mejor para la población. Como en las empresas dónde el presidente no es escogido ni por los accionistas ni por los trabajadores, sino por el consejo de administración, que es una élite transversal y presente en todos los órganos de poder, tanto a nivel nacional como internacional.
Pero el afán de esta elite siempre va dirigido al bienestar tanto de los accionistas y de los trabajadores como al de la empresa. Entendida ésta como ese concepto que aglutina propiedades, personas, marca e historia, y que equivale al de patria en el caso de los estados, países o pueblos. La madre patria, por la que también debe velar el buen líder e incluso, en caso de necesidad, debe sacrificar a las personas, porque la patria transciende a su contingencia, como también sucede en la empresa que trasciende a sus accionistas y a sus trabajadores.
No hay nada que aglutine más un pueblo que la existencia de un enemigo o amenaza externa. Por lo que el líder debe regularmente saber encontrarlos para que las esencias del grupo salgan a la superficie y causen su benéfico efecto. En las empresas es la amenaza de la competencia y en los pueblos la amenaza de lo diferente, en forma de inmigración, de otras culturas, de lengua, de religión, o de visión política.
En definitiva, el pueblo está ahí para ser guiado, para convivir en paz y armonía y sin sufrir la angustia de tener que pensar ni decidir. Como un feliz “papatatci” (come y calla) al que dedican sus desvelos un reducido grupo de líderes lúcidos i solícitos.
Paco "el liberal" (antes llamado “el facha")
Josep M. Vilà
14/1/2019