— Buenos días.
— Buenas tardes.
— Vengo a votar.
— Pues se equivoca de ventanilla joven. Aquí no vota nadie.
— ¿Por qué no?
— ¿No ha visto el letrero? Se lo leo: "Hoy no se vota, mañana sí"
— ¡Vaya!
— Esta es la ventanilla del Departamento Estatal de Trabas Democráticas
— ¿Y eso que es?
— Vigilamos atentamente que no se vote contra la democracia.
— ¿?
— Mire. Como demócratas nos gustaría que se pudiese votar pero, la ley lo impide. Y, Vd. debe saber, que no hay voto en democracia sin ley. Ni ley sin democracia que la vote.
— A mi me parece un poco lioso.
— Lo simplifico: no se puede votar nada más que lo que nosotros queremos.
— Pero ¿y si cambiamos la ley?
— Se puede intentar, pero nosotros votaremos en contra.
— ¡Mira que listos!
— Es que todo lo tenemos "atado y bien atado".
— Esto me suena a tiempos de D. Francisco….
— ¡Qué tiempos aquellos....!
— ¿Son Vds., por casualidad, los políticos de la famosa casta?
— "De casta le viene al galgo".....
— Pero, a ver, Vds. qué clase de políticos son ¿galgos o podencos?
— Esta es una pregunta equivocada.
— ¡Hombre! ¿Por que?
— Mire joven. Aquí sólo hay dos clases de políticos: los de "Queremos pero no podemos" y los de "Podemos pero no queremos".
— En esto le doy la razón.
— Y, además, si se anudan adecuadamente las dos clases, se alcanza un equilibrio, entre el "no querer" y el "no poder", que puede garantizar mil años de estabilidad sin cambio posible.
— Será hasta que aparezca un nuevo Alejandro que corte el nudo con su espada.
— No se preocupe, seguro que será un acto ilegal y lo denunciaremos al tribunal correspondiente.
— Ya veo.
— Y, por si acaso, tenemos todas las espadas debidamente controladas.
— Pues nada. Me iré a votar a otra parte.
— Pues vaya Vd. a otra parte, que allí sí se puede.
— Buenas tardes.
— Buenos días.